Desde sus inicios la escuela ha cargado sobre sus hombros la enorme responsabilidad de ser la instancia encomendada de alfabetizar a la población que ponen en una institución como ésta sus esperanzas de aprender a leer –acto considerado como un proceso complejo de decodificación de los signos impresos en un papel- así como de aprender a codificarlos por sí mismos (la escritura). De esa manera, la escuela se ha facultado para llevar a cabo su labor, corroborando la concepción antes mencionada a través de las prácticas sistemáticas que de la lectura, en especial, se hacen hoy en día. Sin embargo, es necesario tener presente que la lectura no es una actividad aislada y por tanto no puede ser catalogada como un simple proceso pasivo de desciframiento; “leer significa adquirir experiencias e información; ser activo. Se lee atribuyendo a los signos impresos un sentido; se lee organizando las palabras, las frases y la totalidad de una obra en unidades de significado”[1]; con el fin mismo de hacer de lo ahí escrito una realidad tangible en nuestro pensamiento y en nuestra acción. Así la escuela, y otras instancias influyentes en el proceso del alumnado como la familia, han tenido que reformular su acción para mostrarle a un cuantioso número de alumnos que “aprender a leer es el resultado de una práctica cotidiana que implica comprender y sentir los que se lee y sólo puede alcanzarse mediante un ejercicio continuo y voluntario: se aprender a leer leyendo, a lo largo de toda la vida”[2]. |
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La comprensión lectora es un proceso delicado que requiere de gran atención; por ello, entendiendo a las estrategias como “métodos peculiares o modos de recitar las diferentes habilidades”[1]; la estrategia que pretendo exponer a lo largo de este trabajo tiene la intención de retomar un proceso de interacción importante como el que crea la lectura en voz alta, leer juntos, comentar lo que se lee y ayudar a todos a comprender, partiendo de lecturas cercanas a los intereses de los alumnos; es ahí, entonces, donde la estrategia que aquí se expone y que lleva por nombre: “¡Uy, uy, uy! Qué miedo” tiene su justificación. Así la estrategia se fundamenta como un apoyo al desarrollo de las prácticas sociales del lenguaje en que se inscribe la asignatura de Español y que centra sus procesos en el enfoque comunicativo y funcional de la lengua para que el aprendizaje se convierta en la construcción de esquemas significativos de conocimiento. [1] Michael SAINT-OINGE. Yo explico, pero ellos… ¿aprenden?. Sexto postulado. Biblioteca para el maestro. SEP. México, 2000. p. 90.
Aspectos a evaluar: - Relato de los cuentos terroríficos elegidos - Análisis de los textos consultados - Participación Instrumento: - Elaboración de un resumen del texto consultado para la integración de una antología que servirá como producto del desarrollo de la presente estrategia.
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PROPÒSITOS Que los alumnos construyan, tras la lectura, una idea significativa acerca del tema que ésta aborda. Que el maestro promueva, a través de la lectura en voz alta, la comprensión de un texto. Que el maestro fomente el gusto por la lectura, mediante la reflexión y el análisis. INVITACIÒN ![]()
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ACTIVIDADES - Pedir al alumnado que investigue, a través de diversas fuentes (libros, revistas, enciclopedias, Internet e incluso entrevistas con familiares) cuentos de misterio, suspenso, terror, leyendas o relatos. - Seleccionar, en conjunto con el alumnado, los relatos que desean compartir con el grupo.
AUDIO CUENTOS DE LOS ALUMNOS
AMOR ENTRE LÌNEAS Encuentro literario entre las escuelas "Jaime Nunò" de Tecomatlàn y "Agripìn Garcìa Estrada" de San Francisco, Villa Guerrero llevado a cabo el dìa 20 de Febrero de 2009 en las instalaciones de la segunda en menciòn, la cual fue anfitriona del evento.
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